sábado 2 de agosto de 2025 05:45 am
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Día del Padre: Poco que Celebrar en la República Dominicana

Por José Zabala, creador de contenido

Nueva York/República Dominicana – En la República Dominicana, el Día del Padre, que se celebra el último domingo de julio, suele pasar desapercibido. A diferencia del Día de las Madres, que moviliza a toda la sociedad en celebraciones, promociones comerciales, homenajes y actividades familiares, el Día del Padre carece de la misma atención, importancia y entusiasmo social.

¿Por qué no se le da tanta importancia al Día del Padre?

La razón es multifacética. En la cultura dominicana, existe una arraigada tradición de exaltar a las madres como símbolo de sacrificio, entrega y pilar del hogar. Sin embargo, esta visión, aunque justa, ha marginado al padre como figura fundamental. La narrativa predominante ha colocado al padre en un plano secundario, muchas veces estigmatizado por los casos de irresponsabilidad paternal, que lamentablemente existen, pero no representan a la totalidad.

¿Cuál ha sido el impacto de los padres en la familia dominicana?

Muchos padres dominicanos han sido verdaderos héroes silenciosos: trabajadores incansables, guías de valores, proveedores y protectores. Desde los campos hasta las ciudades, hay padres que han sacrificado sus propios sueños para ver a sus hijos estudiar, crecer y progresar. Padres presentes, aunque callados, que han marcado vidas sin pedir reconocimiento.

¿Es necesario un cambio de pensamiento sobre los padres?

Definitivamente, sí. La sociedad necesita replantearse la forma en que ve y celebra la figura paterna. Es tiempo de romper con estigmas y prejuicios que opacan el rol esencial del padre en el desarrollo emocional, educativo y social de los hijos. Se necesita una mirada más justa y equilibrada, que reconozca tanto los errores como los aciertos, pero que no generalice ni minimice.

¿Por qué hay tanta controversia alrededor de este día?

Las controversias nacen, en parte, del abandono de roles por algunos hombres, lo cual ha generado heridas en muchas familias dominicanas. Pero también hay una falta de políticas sociales, educativas y culturales que promuevan la paternidad responsable y activa. Celebrar a los padres no significa ignorar sus errores, sino valorar a quienes han estado presentes, aunque muchas veces invisibilizados.

¿Qué debemos cambiar?

• La percepción: Revalorizar al padre como figura clave en el hogar.

• La educación: Fomentar la paternidad afectiva y participativa desde la escuela y los medios.

• La cultura: Crear campañas, actos simbólicos y celebraciones auténticas cada último domingo de julio.

• La familia: Enseñar a hijos e hijas a honrar a sus padres de la misma forma que a sus madres.

¿En verdad los padres celebran su día?

Muchos padres lo viven en silencio, sin un abrazo, sin una llamada, sin una comida especial. Otros reciben regalos simbólicos, pero sin el valor emocional que representa un “gracias por estar”. Hay quienes prefieren ni recordarlo, por la tristeza o el olvido. Y eso, más que una celebración, es una llamada de atención a la sociedad dominicana.

Una percepción negativa que también pesa

Sin embargo, no se puede ignorar que parte del desinterés social hacia el Día del Padre en la República Dominicana también nace de una percepción negativa para algunos, una realidad sobre el rol de muchos padres en la sociedad. Existen quienes sostienen que una gran parte de los padres dominicanos ha estado ausente, emocional o físicamente, en la vida de sus hijos. Esta crítica se basa en casos reales de abandono, irresponsabilidad y falta de compromiso, lo que ha dejado profundas heridas en miles de familias. Para esas personas, el Día del Padre no representa una celebración, sino un recordatorio de lo que faltó. Esta percepción, aunque dolorosa, también debe invitar a la reflexión y a fomentar una nueva generación de padres más presentes y conscientes de su rol.

Reflexión final

El Día del Padre debe ser más que una fecha. Debe convertirse en un homenaje consciente a aquellos hombres que, con sus virtudes y defectos, han dejado huellas imborrables en sus familias. Es tiempo de darles su lugar. Porque los padres también aman, también luchan, también educan, también sueñan.

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