El 33 como número mágico y como excusa para reflexionar Rosalía cumplió 33 años el 25 de septiembre, una edad que, según explicó en un texto publicado en Substack, tiene un peso simbólico: «El 33, la santísima trinidad dos veces. Cristo murió a los 33. La columna vertebral se compone de 33 vértebras…». Pero más que la numerología, lo que realmente le interesó compartir fueron sus reflexiones sobre el tiempo, la familia y la forma en que envejecemos.
Las abuelas, el pastel fallido y la nostalgia En su carta, la artista recordó a sus abuelas, especialmente a la que le heredó su nombre y su pasión por la repostería. Confesó su fracaso épico al intentar replicar el «gateau breton» de ciruelas que su abuela le hacía, un recuerdo que la llevó a pensar en cómo intentamos repetir lo que amamos, como si una sola vez no bastara: «Un sabor, un momento, una peli… que todo lo que amemos sea eterno».
El FOMO y su solución: Regalar amor en forma de detalles Los últimos 10 años de gira constante le han hecho perderse cumpleaños de sus seres queridos, generándole ese FOMO (miedo a perderse algo) que tantos conocemos. Pero Rosalía encontró su remedio en uno de sus «love languages»: «Dar regalos». No se refiere a objetos costosos, sino a «un poema, un pastel, un dibujo de mierda…». «Lo que más me gusta en el mundo es dar en lugar de recibir», escribió, revelando una filosofía basada en gestos simples pero profundos.
De las fiestas a celebrar lo cotidiano Este año, el 25 de septiembre no quiso fiesta ni celebración masiva. «No me apetece celebrarlo por todo lo alto», admitió. En su lugar, propuso valorar lo pequeño: «Que mi sobrino aún quiera jugar conmigo, una manta que no pique, saber que nunca me va a faltar amor por dar…». Una lista de momentos aparentemente insignificantes que, para ella, son más valiosos que cualquier evento.
El futuro: Entre el deseo de vivir 100 años y la realidad Con su característico humor, Rosalía bromeó sobre su deseo de llegar a los 100 años, aunque sabe que sus hábitos —«cigarrillos, azúcar, vino ocasional, desamores»— no lo facilitarán. «Si me quedo en 33, también está bien», escribió, mezclando ironía y aceptación.
El ritual de las velas: Un portal a lo posible El texto cierra con una imagen poderosa: el momento de soplar las velas, ese instante en el que, con los ojos cerrados, «se abre un portal donde puedes pedir lo que sea que se te concederá». Una metáfora sobre la fe en lo desconocido y la magia de seguir deseando, incluso cuando la vida ya no es tan sencilla como a los 20.
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