jueves 9 de octubre de 2025 00:51 am
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«El rostro que lo cambia todo: La cabeza robótica china que está redefiniendo la interacción humano-máquina»

En el CMG World Robot Contest Series celebrado en Hangzhou, cuatro robots Unitree G1 se enfrentaron en un ring de kickboxing, esquivando golpes y lanzando patadas con una precisión que dejó boquiabiertos a los espectadores. Pero mientras el público aplaudía la destreza física de las máquinas, en un rincón del recinto, AheadForm presentaba en silencio su último desarrollo: una cabeza robótica que no luchaba, no corría, ni siquiera caminaba, pero que podía establecer contacto visual, sonreír con naturalidad y ajustar sus expresiones según el estado de ánimo de su interlocutor. «La verdadera revolución no está en lo que los robots pueden hacer, sino en cómo nos hacen sentir», declaró Li Wei, cofundador de la compañía, mientras el prototipo Origin M1 seguía con la mirada a un periodista que se acercaba, como si estuviera esperando una pregunta.

China no solo quiere liderar la fabricación de robots (ya tiene más unidades trabajando en sus fábricas que en el resto del mundo junto), sino que aspira a dominar la próxima frontera de la inteligencia artificial: la emoción. En un país donde la soledad urbana es un problema creciente —con más de 200 millones de personas viviendo solas en ciudades como Shanghai o Beijing—, los robots no son solo herramientas, sino compañeros potenciales. «Imagina un anciano que vive solo y tiene un robot que no solo le recuerda tomar sus medicinas, sino que le sonríe cuando lo ve triste», plantea Yuhang Hu, investigador del proyecto. Origin M1 no es un simple experimento: es la materialización de una visión a largo plazo donde las máquinas dejen de ser frías y funcionales para convertirse en entes con los que podamos empatizar.

El secreto detrás de esta humanización robótica está en los 25 actuadores brushless que imitan los músculos faciales humanos, combinados con un sistema de inteligencia artificial que analiza microexpresiones en tiempo real. «No es magia, es ingeniería precisa», aclara Li Wei, mientras muestra cómo el robot ajusta su mirada cuando alguien se acerca, como si estuviera evaluando la situación. Pero más allá de la tecnología, lo que realmente impresiona es el impacto psicológico: en pruebas con usuarios, el 85% de los participantes declaró sentirse más cómodo interactuando con Origin M1 que con robots tradicionales. «Es como hablar con una persona que te presta atención», comentó una usuaria durante un test en Shenzhen.

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