El Día de la Raza es una de las denominaciones que se le da al 12 de octubre, día en que se conmemora la llegada a America del navegante Cristobal Colon en 1492. Este día se celebra en la mayoría de los países hispanoamericanos y en los Estados Unidos, entre otros países. Fue creado a inicios del siglo XX, por iniciativa del exministro español Faustino Rodriguez –San Pedro. Sin embargo, desde fines del siglo XX han surgido movimientos que critican esta festividad por considerar que conmemora el sometimiento y eliminación de los pueblos indígenas y sus culturas.
Por José Zabala, Creador de Contenido
New York: Soy José Zabala, soy afro-latino, y celebro el Mes de la Hispanidad con el orgullo de quien lleva una herencia rica y diversa en el corazón. La población dominicana tiene una ascendencia genética compleja, compuesta por un 39% de ADN de ancestros europeos, un 49% africano y un 4% precolombino, específicamente de los taínos. Esto demuestra que la mayoría de los dominicanos son de origen mestizo o mulato, con una mezcla significativa de estos tres linajes.
Un estudio respaldado por la Academia Dominicana de la Historia, la National Geographic Society y la Universidad de Pennsylvania, con la colaboración de la Universidad Iberoamericana (UNIBE), reveló estos resultados. La investigación forma parte del Proyecto Genographic, una iniciativa global que busca rastrear los patrones de migración humana a través del ADN en más de 140 países. Esta mezcla genética es reflejo de la historia del país, que incluye la colonización europea, el comercio transatlántico de esclavos y la presencia indígena precolombina.
Este estudio destaca la riqueza cultural y la diversidad racial de la población dominicana, donde el mestizaje ha jugado un papel crucial en la formación de la identidad nacional.
Ser dominicano en los Estados Unidos es una fuente de orgullo que está llena de complejidades, especialmente cuando se trata de la identidad afro-latina. Como muchos dominicanos, llevo en mis venas tanto el legado africano como el latino, dos aspectos que definen mi ser y mi conexión con la rica historia de nuestros pueblos.
Durante el Mes de la Hispanidad, celebrado en los Estados Unidos del 15 de septiembre al 15 de octubre, conmemoramos la diversidad y riqueza de las culturas hispanas y latinoamericanas. Este mes es un momento para reflexionar sobre nuestra herencia y para resaltar las contribuciones de los latinoamericanos al desarrollo de este país. Pero, como Afro-Latino, este mes también representa una oportunidad para visibilizar y celebrar nuestra negritud, una parte esencial de la identidad que a menudo ha sido silenciada o invisibilizada.
La identidad afro-latina se refiere a aquellos de nosotros que tenemos raíces africanas, así como herencia latinoamericana o caribeña. En el caso de los dominicanos, la influencia africana en nuestra cultura es innegable. Desde la música, el idioma, hasta la comida, los aportes africanos están presentes en la vida diaria en República Dominicana, resultado de la historia del comercio transatlántico de esclavos que marcó a gran parte del Caribe y América Latina. Sin embargo, como muchos, no siempre fui consciente de esta conexión.
En los Estados Unidos, el término “afro-latino” ha ganado relevancia en los últimos años, ya que más personas de ascendencia latina han comenzado a reconocer y celebrar su herencia africana. A lo largo de mi vida, me he identificado principalmente como latino o dominicano, pero a medida que entendí más sobre mi historia y mis raíces, también acepté mi negritud. Ser afro-latino no es solo una etiqueta; es una reivindicación de la historia y una celebración de la mezcla cultural que me define.
Es importante reconocer que no todos los dominicanos se identifican como afro-latinos, y eso también es válido. La identidad racial y cultural es algo personal y está moldeada por experiencias únicas. En la República Dominicana, el legado del colonialismo ha generado dinámicas raciales complejas que han influido en cómo se percibe y acepta la negritud. El colorismo y el racismo han sido obstáculos para que muchos acepten su herencia africana. Pero en los Estados Unidos, la identidad afro-latina ha comenzado a tomar protagonismo, impulsando una conversación sobre la raza y la cultura que estaba pendiente.
El Mes de la Hispanidad me brinda la oportunidad de celebrar no solo mi herencia dominicana, sino también mi identidad afro-latina. Es un mes para reflexionar sobre el papel crucial que han tenido los afro-latinos en la construcción de las Américas, desde nuestros ancestros que trabajaron en las plantaciones y construyeron monumentos históricos, hasta los actuales creadores de arte, cultura y política.
Como creador de contenido, veo mi papel como alguien que puede amplificar estas historias y empoderar a otros afro-latinos a reclamar su identidad con orgullo. Este mes es nuestro, y es un momento para abrazar todas las partes de lo que somos: latinoamericanos, caribeños, afrodescendientes, un mosaico de culturas que enriquecen este país.