martes 10 de diciembre de 2024 23:38 pm

Drogas, salud mental y civilizaciones prehispánicas: un choque entre la medicina moderna y las tradiciones milenarias

Uso de psicodélicos: del chamanismo ancestral a la medicina moderna

La salud mental ha emergido como una de las grandes preocupaciones del siglo XXI, con un aumento notable en los casos de ansiedad y depresión. En la búsqueda de soluciones, la medicina moderna ha comenzado a explorar tratamientos alternativos, entre ellos, el uso de sustancias psicodélicas. Sin embargo, este enfoque ha generado un debate cultural, especialmente entre quienes consideran que estas prácticas se han despojado de sus raíces espirituales e indígenas.

El hallazgo de una bolsa milenaria

En 2008, un equipo de arqueólogos desenterró una bolsa de cuero en los Andes bolivianos, perteneciente a un chamán de la civilización Tiwanaku, que floreció hace más de 3.500 años. Dentro de este hallazgo único, los investigadores encontraron herramientas para preparar sustancias psicoactivas y restos de estas, incluyendo cocaína, componentes de ayahuasca y psilocina, un compuesto presente en los hongos alucinógenos.

Este descubrimiento no solo confirma que el uso de psicodélicos es una práctica milenaria, sino que también resalta la sofisticación con la que estas culturas utilizaban estas sustancias. Su propósito iba más allá del entretenimiento; eran herramientas para conectar con lo espiritual y alcanzar un equilibrio entre el ser humano, la naturaleza y el mundo sobrenatural.

Tradiciones espirituales frente a la ciencia moderna

Las culturas indígenas han utilizado estas sustancias en contextos rituales, buscando sanación espiritual y colectiva. Según Yuria Celidwen, académica de la Universidad de California-Berkeley, el enfoque occidental moderno se centra exclusivamente en tratar trastornos individuales como la ansiedad y la depresión, olvidando el contexto colectivo y espiritual esencial en las prácticas ancestrales.

Para los indígenas, estas sustancias no son simplemente drogas, sino “medicinas espirituales”. Por ejemplo, los wixárikas utilizaron el peyote para sanar a su comunidad tras una epidemia de malaria hace más de 500 años. Estas prácticas no solo buscaban bienestar individual, sino la restauración del alma y la cohesión comunitaria.

La industria psicodélica: entre la sanación y la apropiación cultural

Actualmente, la industria de los psicodélicos está en auge, con un valor proyectado de 7.000 millones de dólares para 2027. Sin embargo, esta prosperidad económica ha generado tensiones, ya que los conocimientos y prácticas indígenas han sido apropiados sin un reconocimiento adecuado. Mientras los retiros psicodélicos organizados desde occidente pueden costar miles de dólares, los chamanes indígenas apenas ganan unos pocos dólares por sus servicios.

Osiris Sinuhé González Romero, investigadora de la Universidad de Saskatchewan, señala que los rituales psicodélicos indígenas eran herramientas para “recuperar el alma”. Sin embargo, este enfoque se pierde en la práctica occidental, que tiende a reducir estas sustancias a simples tratamientos químicos, dejando de lado su rica tradición cultural y espiritual.

Peligros y retos de un enfoque descontextualizado

Jules Evans, investigador de la Universidad Queen Mary de Londres, advierte que la experiencia psicodélica, sin un guía experimentado o un marco espiritual adecuado, puede desorientar a las personas. Esto puede llevar a confusión existencial, prolongando los efectos negativos de la experiencia.

La ayahuasca, una de las sustancias más populares en los retiros espirituales modernos, ha sido objeto de controversia. Aunque es celebrada por sus supuestos beneficios terapéuticos, su uso descontextualizado ha provocado daños emocionales y psicológicos en algunos casos.

Aprender del pasado para sanar el presente

El uso de psicodélicos representa una oportunidad para abordar la crisis de salud mental actual, pero no sin antes reconocer y respetar las raíces culturales de estas prácticas. Más allá de la química de las sustancias, es esencial valorar la conexión espiritual y la sabiduría ancestral que acompañaban su uso.

La industria moderna tiene mucho que aprender de los chamanes y culturas indígenas, no solo sobre las propiedades de estas sustancias, sino también sobre la manera en que integraban a la comunidad y la naturaleza en su proceso de sanación. De lo contrario, corremos el riesgo de perpetuar un modelo de apropiación cultural que desvirtúa el legado espiritual de estas prácticas milenarias.

Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com

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