Kim Jong-un, que acumula solo este año más del doble de disparos que durante las décadas de gobierno de su padre y abuelo, flexibiliza su doctrina nuclear aupado por el apoyo de China y Rusia.
Corea del Norte entierra la versión más conciliadora que exhibió hace años. Kim Jong-un ha optado en los últimos meses por amenazar como nunca a sus enemigos, con el disparo este año de casi 70 misiles, más del doble que la suma de los lanzados durante las décadas que gobernaron su padre y su abuelo. Los focos sobre Ucrania y la protección en el Consejo de Seguridad de la ONU, que ahora sí le brindan Rusia y China, otorgan a Kim una sensación de impunidad que ha derivado en un frenesí sin parangón de ensayos armamentísticos y provocaciones a Corea del Sur, Japón y Estados Unidos. Pyongyang ha cerrado la puerta a cualquier negociación cercana con Washington y ha aprobado una legislación que convierte en “irreversible” su condición de Estado nuclear.
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Fuente: elpais.com/