Por José Zabala, creador de contenido
Nueva York – A pesar de los tiempos difíciles, las presiones del día a día y las circunstancias que a veces nos nublan el ánimo, hoy decidí mirarme al espejo y encontrar en mí lo mejor que tengo: dignidad, estilo y actitud. No estuve en la Met Gala 2025, pero me siento como si hubiera desfilado por esa alfombra con la frente en alto y el alma vestida de fuerza. Hoy me siento un “Dandy”, no por el lujo, sino por la actitud.
El término “Dandy” ha sido reivindicado este año por la moda internacional como símbolo de elegancia, rebeldía estilística y autenticidad. La Met Gala 2025, celebrada en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, eligió precisamente este concepto como temática principal bajo el título “El Renacer del Dandy”, haciendo alusión al icónico personaje del siglo XIX que desafiaba las normas establecidas con refinamiento, independencia y carácter. El evento buscó rendir homenaje a esa figura moderna de estilo disruptivo y atemporal, transformándola en inspiración para los diseñadores y artistas del presente.
Y aunque no me invitaron al evento más glamuroso de la moda, no necesitaba estar allí para saber que puedo representar lo mejor de mí mismo desde cualquier esquina de mi comunidad, con humildad y confianza.
Vestirse como un “Dandy” no siempre tiene que ver con telas finas ni con diseñadores famosos. Tiene que ver con saber quién eres, cómo te valoras y cómo quieres proyectarte al mundo. Tiene que ver con andar limpio por dentro y por fuera, con el espíritu alto y el corazón dispuesto.
Hoy mi atuendo no tiene marca visible, pero lleva el sello de la resistencia y la autenticidad. Hoy mi traje es mi palabra, mi corbata es mi compromiso y mis zapatos son mis pasos firmes hacia mis metas. A pesar de todo, me siento bien vestido por dentro, con propósito, con dignidad… y eso no lo supera ninguna gala.
Así como la Met Gala celebra lo extravagante, lo único y lo impactante, yo celebro a los miles de “dandys” anónimos que caminan por la vida con elegancia silenciosa, con estilo propio y con una esencia que no necesita aplausos para brillar.
No necesito una alfombra roja para saber que cada día tengo la oportunidad de desfilar con elegancia por la vida. Hoy, simplemente, me siento vestido como un “Dandy” dominicano de Manhattan…y eso, para mí, vale más que cualquier gala.