viernes 18 de julio de 2025 09:49 am
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Una tajada de aguacate: símbolo sabroso y cultural de la gastronomía dominicana

En definitiva, una tajada de aguacate no es solo un trozo de fruta: es tradición, es sabor, es historia viva de la República Dominicana. ¡Y qué viva se mantiene esa tradición cada vez que alguien, al sentarse a comer, dice con alegría: “Pásame una tajadita de aguacate.

Por José Zabala, creador de contenido

New York: En la mesa dominicana, no hay nada que complete mejor un plato que una generosa tajada de aguacate. Más que un simple acompañamiento, el aguacate es un ícono culinario cargado de sabor, tradición y cultura. Para el dominicano, no es solo un pedazo de fruta; es una tajada que se sirve con respeto y gusto, colocada con cuidado al lado de un plato de arroz, habichuela y carne, o en el clásico “los tres golpes”.

¿Por qué los dominicanos dicen “tajada” en lugar de “pedazo”?

En el lenguaje cotidiano del dominicano, la palabra tajada va más allá de una descripción técnica. Tiene un tono afectivo, casi ceremonial. Una tajada implica un corte pensado, preciso, de algo valioso. Decir “un pedazo de aguacate” suena genérico, frío, mientras que “una tajada de aguacate” evoca calidez, hogar y buen comer. Es parte del lenguaje emocional que acompaña la cocina criolla.

El aguacate como componente esencial de la gastronomía dominicana

La gastronomía dominicana es una fusión rica de influencias taínas, africanas, españolas y árabes. Se caracteriza por platos abundantes, llenos de sabor y color, donde el equilibrio entre lo frito, lo hervido y lo fresco es clave. El aguacate cumple una función vital en esta armonía: suaviza, refresca y equilibra.

Sea junto a un mangú con cebolla roja, un arroz con habichuela, un sancocho, o una ensalada fría, la tajada de aguacate tiene la habilidad de transformar un plato ordinario en uno memorable.

Comentarios del pueblo: “si no hay aguacate, falta algo”

“Yo no puedo comer arroz blanco sin una tajada de aguacate, me falta el alma del plato”, comenta don Ramón, dominicano residente en El Bronx.

“Cuando en mi casa hay aguacate, todo el mundo se alegra. Hasta los muchachos comen más”, dice doña Claribel desde Villa Mella.

“Mi papá decía que el aguacate era el bistec de los pobres. Para nosotros era lujo diario”, recuerda con nostalgia la joven Rosanna, emigrada a Boston.

Un impacto histórico y cultural

Desde tiempos ancestrales, el aguacate ha estado presente en las cocinas del Caribe. Su cultivo se remonta a épocas precolombinas, y su versatilidad lo convirtió en un alimento respetado por generaciones. En la cocina dominicana, ha sido siempre un símbolo de abundancia y frescura. Su textura cremosa y su sabor suave lo hacen ideal para acompañar cualquier plato.

Hoy en día, el aguacate también representa salud. Rico en grasas buenas, potasio y vitaminas, es recomendado por nutricionistas y buscado por chefs de alta cocina que reconocen su valor.

La tajada que une generaciones

El aguacate es, en muchos hogares dominicanos, un motivo de conversación, de bromas, de disputas por la “tajada más grande” o el “pico del aguacate”. Desde las cocinas rurales hasta los restaurantes urbanos, sigue presente como un elemento esencial de identidad culinaria.

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