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Educar, informar e ir detrás de la verdad es la función del periodismo


3 enero, 2024

Por Roberto Veras

SANTO DOMINGO ESTE.-

El periodismo, en su esencia más pura, es una profesión que busca informar, educar y empoderar a la sociedad. Su propósito fundamental es arrojar luz sobre los acontecimientos, proporcionando a la ciudadanía la información necesaria para comprender y participar de manera activa en la toma de decisiones. Sin embargo, en ocasiones, algunos individuos desvirtúan la integridad periodística al emplear prácticas cuestionables, como el chantaje a funcionarios del gobierno.

En un mundo saturado de información, con titulares que compiten por captar nuestra atención y narrativas que a menudo se entrelazan con agendas ocultas, es crucial reflexionar sobre el papel del periodismo en nuestra sociedad. La idea arraigada de que la prensa es el «cuarto poder» ha perdido relevancia en los últimos tiempos. En lugar de ser un poder autónomo, el periodismo debería ser entendido como un valioso servicio a la sociedad, una voz que amplifica realidades a menudo silenciadas.

El chantaje, en cualquier contexto, es una acción reprensible que va en contra de los principios éticos y legales. Cuando un periodista utiliza el poder de la información con el objetivo de extorsionar o coaccionar a un funcionario público, se desvía completamente del papel esencial que debería desempeñar en la sociedad. El periodismo ético busca la verdad y la justicia, no la manipulación y la corrupción.

Los periodistas tienen la responsabilidad de actuar con integridad y honestidad, incluso cuando se enfrentan a la corrupción en el gobierno. La función del periodismo es exponer la verdad y fomentar la rendición de cuentas, no convertirse en un actor más en prácticas ilegales. Los medios de comunicación deben ser guardianes de la ética y la transparencia, desafiando la corrupción en lugar de contribuir a ella.

Más que un poder, el periodismo es una herramienta para la rendición de cuentas, un contrapeso a los excesos de otros poderes. Al cuestionar, investigar y exponer, los periodistas actúan como guardianes de la democracia, manteniendo a raya la corrupción y asegurando que los ciudadanos estén debidamente informados para tomar decisiones informadas.

Sin embargo, es crucial recordar que el periodismo no debe convertirse en un ente supremo. En lugar de reclamar el estatus de cuarto poder, debería reconocerse como un servicio humilde y esencial que busca nutrir la conciencia pública. Los periodistas son narradores de historias, traductores de eventos complejos y emisarios de la verdad en un mundo donde la desinformación puede ser tan perjudicial como la falta de información.

El periodismo, en su forma más auténtica, es inclusivo. Sirve como un puente entre diversas comunidades y realidades, ofreciendo una plataforma para voces marginadas y perspectivas ignoradas. Es a través del periodismo que la sociedad puede confrontar sus propios prejuicios, desafiando suposiciones arraigadas y fomentando el diálogo constructivo.

En un momento en que la confianza en los medios de comunicación se ve socavada y la objetividad a menudo se ve comprometida, es esencial recordar que el periodismo debe anteponer el interés público al interés propio. Solo entonces podrá cumplir su función como catalizador del cambio, una fuerza que impulsa a la sociedad hacia un futuro más informado, justo y equitativo.

Es importante destacar que las acciones de unos pocos no deben generalizarse para estigmatizar a toda la profesión periodística. La mayoría de los periodistas trabajan arduamente para cumplir con estándares éticos y proporcionar información precisa y equitativa a la sociedad. La transparencia y la honestidad son esenciales para mantener la confianza del público en el periodismo como un pilar de la democracia.

El periodismo no se trata simplemente de informar; es la clave para abrir las puertas de la verdad y la transparencia. En su esencia, el periodismo es un bien público que busca desentrañar la complejidad de los acontecimientos, ofreciendo una perspectiva objetiva que guía a la sociedad hacia una comprensión más profunda.

En resumen, el chantaje no tiene cabida en el ejercicio legítimo del periodismo. Los periodistas deben recordar su papel fundamental como informadores y defensores de la verdad, evitando prácticas inescrupulosas que socaven la integridad de la profesión y minen la confianza del público en la prensa.

En última instancia, el periodismo no es un cuarto poder que domina desde las sombras, sino una luz que ilumina el camino hacia la verdad y la comprensión. Como ciudadanos, debemos valorar y proteger este bien esencial, reconociendo que el periodismo, cuando se ejerce con integridad, es la voz que resuena donde muchos no pueden llegar, recordándonos constantemente nuestra responsabilidad compartida de construir una sociedad más justa y consciente.

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