Bad Bunny ha roto el silencio sobre su polémica decisión de no incluir a Estados Unidos en su próxima gira mundial, aclarando que su motivación no fue el rechazo al país, sino la protección de su audiencia, especialmente de aquellos seguidores que podrían ser víctimas de redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). «Estaba el problema de que el maldito ICE podría estar fuera del concierto», explicó el artista en una entrevista, donde admitió que el riesgo de que agentes migratorios acudieran a los recintos para detener a asistentes indocumentados fue un factor clave en su decisión.
El cantante puertorriqueño, de 31 años, dejó en claro que su relación con EE.UU. sigue siendo positiva, recordando que ha realizado múltiples presentaciones exitosas en el país. «He actuado allí muchas veces. Todas han sido magníficas. He disfrutado de conectar con los latinos que viven en Estados Unidos», afirmó, pero subrayó que el contexto actual, marcado por políticas migratorias más agresivas, lo obligó a priorizar la seguridad de su público. «No es odio, son muchas razones», insistió, sin entrar en detalles adicionales, pero dejando entrever que el clima político y social en EE.UU. influyó en su elección.
Bad Bunny se encuentra en la recta final de su residencia musical en Puerto Rico, «No Me Quiero Ir De Aquí», una serie de 30 conciertos que concluirá el 14 de septiembre. Este ciclo de presentaciones, que ha sido un éxito de crítica y público, sirve como preámbulo para su próxima gira mundial, «DeBÍ TiRAR MáS FOToS World Tour», que arrancará el 21 de noviembre y lo llevará a escenarios de República Dominicana, Costa Rica, México, Colombia, Perú y España, entre otros destinos. El artista destacó que los fans estadounidenses pueden viajar a Puerto Rico o a cualquier otra parada de la gira para verlo, una alternativa que, según él, no debería representar un obstáculo para quienes deseen disfrutar de su música en vivo.
Su último álbum, «DeBÍ TiRAR MáS FOToS», lanzado a principios de año, es un tributo a Puerto Rico que combina reguetón con ritmos tradicionales como la salsa y la plena, consolidando su identidad como un artista comprometido con sus raíces. Aunque no profundizó en otros motivos detrás de su decisión, Bad Bunny dejó claro que su prioridad es garantizar un ambiente seguro para sus seguidores, muchos de los cuales son inmigrantes o tienen familiares en situación irregular.
La exclusión de EE.UU. de su gira ha generado un debate intenso sobre el equilibrio entre el arte y la activismo. Mientras algunos sectores critican su postura como una «politización» de la música, sus seguidores la ven como un gesto de apoyo a la comunidad latina, que en los últimos años ha enfrentado un aumento en las deportaciones y la vigilancia migratoria. En un contexto donde las redadas de ICE se han vuelto más frecuentes en eventos públicos, la decisión de Bad Bunny refleja una tensión creciente entre el entretenimiento y los derechos humanos, donde los artistas se ven obligados a tomar postura ante realidades sociales que afectan directamente a su audiencia.