jueves 9 de octubre de 2025 03:53 am
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«72 horas para evitar el ‘infierno’: El ultimátum de Trump que podría cambiar el curso de la guerra en Gaza»

El reloj avanza implacable hacia el domingo por la noche, la fecha límite que Donald Trump ha impuesto para que Hamás acepte su plan de paz o enfrene lo que él mismo describió como «un infierno como nunca antes se ha visto». El ultimátum, lanzado en un tuit que sacudió a los mercados globales y encendió las alarmas en las cancillerías de todo el mundo, no es solo una táctica de presión: es un punto de no retorno en un conflicto que ha dejado a Gaza en ruinas y a Israel más dividido que nunca. «Creo que están listos para una paz duradera», escribió Trump, pero las palabras de los líderes de Hamás, aunque esperanzadoras, están llenas de matices que podrían descarrilar cualquier acuerdo. «Aceptamos algunos elementos del plan, pero otros requieren más consultas», declaró el grupo, dejando claro que, aunque están dispuestos a liberar a los rehenes y ceder el poder, no están preparados para una rendición incondicional.

Lo que hace este ultimátum particularmente peligroso es que ambas partes tienen más que perder que ganar. Para Israel, detener los bombardeos sin una victoria clara podría ser visto como una derrota estratégica, especialmente después de dos años de guerra y más de 1,200 israelíes muertos en el ataque inicial de Hamás en octubre de 2023. «No podemos parar ahora, no después de todo lo que hemos sacrificado», declaró un alto funcionario del gobierno israelí, quien añadió que **»la presión de Trump es comprensible, pero no podemos dejar que Hamás se salga con la suya»*. Por otro lado, Hamás sabe que, si no acepta el acuerdo, Israel podría lanzar una ofensiva aún más devastadora, con el respaldo explícito de Estados Unidos. «Trump ha dejado claro que, si no hay paz, habrá guerra total», analizó un experto en Oriente Medio. «Y en este caso, ‘guerra total’ significa que Gaza podría quedar reducida a cenizas».

El plan de Trump —que incluye la liberación de todos los rehenes, el desarme de Hamás y la creación de un gobierno palestino independiente— ha sido aceptado en principio por Israel, pero los detalles son un laberinto de desacuerdos. Hamás ha dicho que está dispuesto a liberar a los rehenes según una «fórmula» que probablemente implique la liberación de cientos de palestinos encarcelados en Israel, pero no ha mencionado el desarme, una demanda no negociable para el gobierno de Netanyahu. Además, el grupo insistió en que el futuro de Gaza debe decidirse sobre la base de una «posición palestina unánime», lo que implica consultas con otras facciones, incluyendo a la Autoridad Palestina, algo que Israel ha rechazado históricamente. «No podemos permitir que Hamás dicte los términos», advirtió un asesor de Netanyahu, mientras en las calles de Gaza, los palestinos, exhaustos por dos años de guerra, claman por un alto al fuego que les permita reconstruir sus vidas.

El silencio de Israel ante la orden de Trump es revelador. Netanyahu, quien ha construido su carrera política en la promesa de «aniquilar a Hamás», se encuentra en una encrucijada existencial. Si obedece a Trump y detiene los bombardeos, podría ser visto como débil por su base política; si los continúa, arriesga la relación con su mayor aliado. «Estamos en una situación imposible», confesó un miembro del gabinete de guerra israelí. «Si paramos ahora, Hamás dirá que ganó. Si seguimos, perdemos el apoyo de EE.UU.» Mientras tanto, en Washington, Trump enfrenta su propia prueba de fuego: si las negociaciones fracasan, tendrá que decidir si cumple su amenaza de un «infierno» —lo que podría significar un apoyo total a una ofensiva israelí sin precedentes— o si retrocede, arriesgando su credibilidad en Oriente Medio.

En Gaza, el tiempo se agota. Los hospitales están colapsados, los alimentos escasean y los niños —que representan el 40% de las víctimas, según UNICEF— siguen muriendo bajo los escombros. «Cada hora que pasa sin un acuerdo es una hora que perdemos para salvar vidas», suplicó un médico del Hospital Indonesio, mientras atendía a una madre que había perdido a tres de sus hijos en un bombardeo la noche anterior. La Cruz Roja ha advertido que, sin un alto al fuego inmediato, la crisis humanitaria se convertirá en una catástrofe irreversible. Pero en medio del caos, hay un destello de esperanza: por primera vez en dos años, ambas partes parecen dispuestas a ceder. Hamás ha aceptado negociar, e Israel, aunque reticente, no ha rechazado el plan de Trump. «Esto podría ser el comienzo del fin de la guerra», dijo un diplomático europeo. «O el principio de algo mucho peor».

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