Cabe destacar que ambos jugadores oran al mismo Dios reflejado con un gesto hacia el cielo: uno para poncharlo y el otro para dar un jonrón o un hit. Este acto refleja la esencia de la fe en el deporte, donde más allá de la competencia, el respeto por el Creador une a todos por igual. En ese instante, el campo de juego se convierte en un lugar sagrado donde cada pelotero reconoce que su talento y su fortaleza provienen de lo alto.
Es una muestra de humildad y gratitud, donde la gloria terrenal se transforma en alabanza divina, recordándonos que, gane quien gane, la verdadera victoria es mantener viva la fe.
Por José Zabala, creador de contenido
New York: El béisbol, más allá de su grandeza como disciplina deportiva, es también un escenario donde la fe y la gratitud se hacen visibles en cada jugada. En los estadios, donde miles de ojos siguen cada lanzamiento y cada swing, hay un instante en el que todo se detiene: cuando el pitcher poncha a su rival o cuando el bateador conecta un jonrón. En ese momento de gloria o de triunfo personal, muchos jugadores miran al cielo y apuntan hacia Dios.
Este gesto, aparentemente simple, tiene un significado profundo. No es solo una costumbre, sino una expresión de humildad, gratitud y reconocimiento divino. Tanto el que lanza con precisión como el que golpea la bola con fuerza saben que, detrás de su talento, hay algo más grande que ellos: la mano de Dios guiando su camino.
El gesto del pitcher: “Gracias por la fuerza y el control”
Cuando un pitcher logra ponchar a un bateador en un momento crucial, eleva la mirada al cielo y apunta con su dedo como diciendo: “Gracias, Señor”.
Es un acto que simboliza disciplina, concentración y fe. En ese instante, reconoce que su brazo no actúa solo, sino impulsado por una fuerza divina. Muchos lanzadores han confesado que orar antes de cada entrada les da paz y seguridad, incluso en los juegos más difíciles.
El gesto también expresa que la victoria no es solo personal, sino espiritual. La fe se convierte en el mejor entrenamiento invisible del jugador: fortalece el alma, calma la mente y da propósito a cada lanzamiento.
El bateador y su jonrón: “Dios me dio el poder y la oportunidad”
El momento del jonrón es uno de los más emocionantes del béisbol. La pelota vuela, el público ruge, y mientras el jugador recorre las bases, muchos señalan al cielo con el índice o tocan su pecho y luego miran arriba.
Ese gesto no busca presumir, sino reconocer a Dios como el dador del talento y la oportunidad. En la mentalidad del pelotero cristiano, cada éxito es un regalo, una oportunidad para honrar al Creador ante el mundo.
Algunos jugadores han dicho:
“Cuando apunto al cielo no celebro mi fuerza, celebro Su gracia. Sin Él, nada de esto tendría sentido.”
Esa mezcla de emoción y reverencia convierte al deporte en una experiencia de fe viva.
Béisbol y espiritualidad: una conexión que trasciende fronteras
El béisbol ha demostrado que la fe no se opone a la competencia, sino que puede ser parte esencial de ella. La oración en el dugout, el gesto al mirar al cielo, o el agradecimiento tras un partido son recordatorios de que, al final del día, los deportistas son seres humanos que reconocen su fragilidad y su dependencia de Dios.
En países como República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela y Estados Unidos, donde el béisbol es una pasión nacional, estos gestos de fe se han convertido en símbolos de identidad, esperanza y cultura. El estadio se transforma en una especie de templo deportivo donde la emoción humana se mezcla con lo divino.
Tres comentarios de creyentes del béisbol
Juan Ramírez, fanático dominicano en Nueva York:
“Cuando veo a un pelotero levantar la mano al cielo, me siento identificado. Sé que está dando gracias a Dios, y eso me emociona. Es una forma de decir que el talento viene de arriba.”
Miguel Soto, entrenador de ligas menores:
“Yo siempre les enseño a mis jugadores que el béisbol se juega con el corazón, pero se gana con fe. No hay nada más grande que ver a un joven dar gracias después de un gran juego.”
Elena Vargas, periodista deportiva:
“La fe y el béisbol están unidos. Cada gesto, cada mirada al cielo, nos recuerda que hay algo más que números y estadísticas: hay propósito, gratitud y espíritu.”
El cielo también forma parte del diamante
Cada vez que un jugador apunta al cielo, no lo hace solo por emoción, sino por convicción. Es una forma de honrar al Creador en medio del ruido, la presión y la gloria.
El béisbol, con toda su pasión y disciplina, sigue siendo un espejo del alma humana: en cada triunfo, una oración; en cada derrota, una enseñanza; y en cada señal al cielo, una certeza: sin Dios, no hay juego posible.

















