jueves 9 de octubre de 2025 07:42 am
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«La batalla de las urnas en NYC: Por qué los mayores de 50 años decidirán la alcaldía, pero el voto joven podría dar la sorpresa en 2025»

El aire olía a otoño en las calles de Jackson Heights cuando María Rojas, una colombiana de 68 años que lleva tres décadas viviendo en el mismo apartamento de Queens, ajustó su abrigo mientras salía de la bodega donde compra sus víveres desde los noventa. Entre sus manos sostenía un folleto electoral con la cara sonriente de Andrew Cuomo y una promesa escrita en letras grandes: «Experiencia para proteger lo que hemos construido». María no lo sabía aún, pero su voto el próximo 4 de noviembre sería parte de un fenómeno demográfico que ha definido la política neoyorquina durante medio siglo: el dominio absoluto de los electores mayores de 50 años, un bloque que según el informe «El Electorado que Decide» de AARP New York representa el 60% del padrón activo y que históricamente ha inclinado la balanza en cada elección municipal. Pero esta vez algo es diferente. A solo unas cuadras de allí, en un café de Astoria donde el aroma a café turco se mezcla con el humo de los cigarrillos electrónicos, un grupo de jóvenes latinos y asiáticos discutía apasionadamente sobre las propuestas de Zohran Mamdani, el asambleísta de 34 años que ha logrado lo impensable: convertir a los menores de 35 en una fuerza electoral que por primera vez en décadas amenaza con romper el statu quo. El contraste entre estas dos escenas resume el drama político que se desarrollará en las urnas: una ciudad dividida entre quienes quieren preservar lo conocido y quienes exigen un cambio radical.

El informe de AARP New York, elaborado en conjunto con Gotham Polling & Analytics, no deja lugar a dudas: los votantes seniors son el grupo más confiable de Nueva York, con tasas de participación que superan el 85% en elecciones locales, mientras que los jóvenes apenas alcanzan el 40%. Sin embargo, las primarias de junio de 2025 marcaron un punto de inflexión histórico. Por primera vez desde que se tienen registros, los menores de 50 años representaron el 51% de la participación, con 146,000 votos más que en 2021. Este aumento sin precedentes se atribuye directamente al «efecto Mamdani», un fenómeno que ha movilizado a una generación acostumbrada a la apatía política. El asambleísta, hijo de inmigrantes paquistaníes y conocido por su activismo en favor de la vivienda asequible y el transporte público gratuito, ha logrado conectar con las frustraciones de una juventud que gasta más del 50% de sus ingresos en alquileres y que ve cómo el sueño de una vida estable en la ciudad se desvanece. «No es que de repente los jóvenes se hayan vuelto más políticos», explica la politóloga Sarah Chen de la Universidad de Columbia. «Es que por primera vez tienen un candidato que habla su lenguaje y aborda sus problemas reales: alquileres estratosféricos, salarios estancados y un sistema de transporte que parece diseñado para fallar».

Lo que hace aún más interesante este escenario es que, mientras los mayores de 50 años se agrupan alrededor de figuras como Cuomo y Curtis Sliwa con un discurso centrado en la seguridad y la experiencia, los jóvenes han encontrado en Mamdani un símbolo de ruptura con el establishment. El exgobernador Cuomo, con su historial de gestión pero también con el lastre de los escándalos de corrupción que terminaron con su carrera estatal en 2021, atrae al 81% de los votantes seniors según la encuesta. Por otro lado, Sliwa, el carismático fundador de los Guardian Angels, ha logrado capitalizar el miedo a la delincuencia entre los neoyorquinos mayores, especialmente en barrios como Staten Island y Bay Ridge, donde su mensaje de «ley y orden» resuena con fuerza. Pero es en el análisis de los datos donde se revela la verdadera magnitud del cambio: de los 130,000 nuevos votantes registrados en 2025, el 62% son demócratas menores de 40 años, un grupo que en su mayoría no había participado en elecciones anteriores. «Estamos viendo algo que no ocurría desde los años ochenta», señala Stephen Graves, presidente de Gotham Polling. «Una movilización juvenil que podría redefinir el mapa político de la ciudad, siempre y cuando logren traducir su entusiasmo en las redes sociales en votos reales el día de las elecciones».

El desafío para Mamdani es claro: necesita que al menos el 45% de los jóvenes acuda a las urnas para compensar el voto masivo de los seniors. En las calles de Brooklyn, donde los murales con su rostro compiten con los carteles de «Se Alquila» que cubren cada esquina, los voluntarios de su campaña trabajan contra reloj. «No es solo una elección, es una lucha por el futuro de Nueva York», dice Javier Morales, un organizador comunitario de 28 años que recorre los barrios latinos del sur del Bronx. «Si ganamos, será la primera vez que un alcalde progresista gobierne con un mandato claro de la generación más joven. Si perdemos, será porque los mayores volvieron a imponer su visión de la ciudad». Esta división generacional se hace evidente en temas clave como la vivienda, donde el 78% de los jóvenes apoya el congelamiento de alquileres propuesto por Mamdani, mientras que el 65% de los mayores de 60 años cree que esta medida desincentivaría la inversión en propiedades. En el transporte, la brecha es aún más pronunciada: el 80% de los menores de 35 años exige la gratuidad del metro, una idea que solo el 35% de los seniors considera viable.

Lo que está en juego el 4 de noviembre no es solo quién ocupará la oficina del alcalde en el City Hall, sino qué versión de Nueva York prevalecerá en la próxima década. ¿Será una ciudad que priorice la estabilidad y la seguridad, incluso a costa de profundizar las desigualdades, o una que apueste por transformaciones audaces aunque riesgosas? La respuesta dependerá de qué generación logre movilizar a sus bases con mayor eficacia. Mientras los candidatos ajustan sus estrategias en la recta final, los neoyorquinos se preparan para una elección que, más que una contienda entre personas, parece un referéndum sobre el alma misma de la metrópolis. En los diners de Queens, los ancianos recuerdan con nostalgia los años de Giuliani y Bloomberg, cuando la delincuencia bajó pero los alquileres comenzaron su ascenso imparable. En los parques de Brooklyn, los jóvenes sueñan con una ciudad donde el salario mínimo alcance para vivir sin tener que compartir apartamento hasta los 40 años. El resultado no solo determinará quién gobernará, sino qué valores definirán a Nueva York en el siglo XXI.

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