Un implante retinal pionero está cambiando la vida de pacientes con atrofia geográfica (AG), una condición que destruye la visión central y afecta a más de 350,000 personas solo en el Reino Unido. El dispositivo, desarrollado por Pixium Vision, consiste en un microchip fotovoltaico —del tamaño de un grano de arroz— que se coloca debajo de la retina y trabaja en conjunto con gafas equipadas con cámara para restaurar parcialmente la visión.
Sheila Irvine, de 70 años, es una de las beneficiarias. Tras 30 años de ceguera progresiva, el implante le permitió volver a leer, hacer crucigramas y hasta disfrutar de libros. «Es hermoso, maravilloso. Me da tanto placer», confesó a la BBC. Antes del procedimiento, Sheila solo veía «dos discos negros» donde debería haber imágenes. Hoy, con el dispositivo Prima, puede distinguir letras y formas, aunque el proceso requiere concentración y práctica.
El ensayo clínico, publicado en el New England Journal of Medicine, incluyó a 38 pacientes en Europa. De ellos, 27 recuperaron la capacidad de leer tras un año de uso. «Es un hito en la oftalmología», explicó Mahi Muqit, cirujano del Moorfields Eye Hospital y líder del estudio en el Reino Unido. «Por primera vez, tenemos una tecnología que devuelve una visión útil para la vida diaria», añadió.
El sistema funciona así: las gafas con cámara capturan imágenes y las envían al microchip mediante un haz infrarrojo. El implante convierte estas señales en impulsos eléctricos que el cerebro interpreta como visión. Aunque el dispositivo aún no está disponible comercialmente, Muqit espera que llegue al NHS en unos años, ofreciendo esperanza a miles de pacientes con DMAE avanzada.
Para Sheila, el implante ha sido transformador. Aunque aún no lo usa al aire libre —por la necesidad de mantener la cabeza quieta—, disfruta de «una hora de lectura diaria» en casa. «La tecnología avanza tan rápido… ¡y yo soy parte de ello!», celebró.
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