por Juan Núñez Cruz/ El JAYA
en Opiniones/Cada octubre se tiñe de rosa el mundo, como recordatorio simbólico de la lucha contra el cáncer de mama. Pero debemos afirmar con claridad: la prevención no puede quedarse en un mes. Para las mujeres dominicanas, y en particular en el Nordeste, debe ser un compromiso constante, efectivo y accesible. No basta con instar al chequeo una vez al año; es necesario llevar la prevención hasta el domicilio, la comunidad y el corazón de cada mujer.
Las estadísticas recientes confirman que el cáncer de mama sigue siendo una prioridad sanitaria en la República Dominicana. En 2022 se registraron más de 3,200 nuevos casos de cáncer de mama, siendo esta enfermedad la primera causa de muerte por cáncer entre mujeres dominicanas. La tasa de incidencia supera los 53 casos por cada 100,000 mujeres y la mortalidad alcanza aproximadamente 23 por cada 100,000. Además, se estima que más del 60 % de los diagnósticos se realizan en etapas avanzadas, lo que limita el acceso a tratamientos curativos y multiplica los costos para las familias y el sistema de salud.
En el nordeste, estas cifras son aún más preocupantes debido a la carencia de equipos diagnósticos, las brechas de acceso, la desinformación y la falta de promoción sostenida de la salud femenina. En muchos municipios de provincias como Duarte, Hermanas Mirabal y María Trinidad Sánchez, no existe ningún mamógrafo funcional, y las mujeres deben desplazarse hasta 50 o 70 kilómetros para poder realizarse un estudio.
La Fundación Fármacos Solidarios impulsa una prevención activa y comunitaria del cáncer de mama La prevención va mucho más allá de un examen anual. Significa educar, formar, acompañar y garantizar derechos. La autoexploración mamaria, la promoción de estilos de vida saludables, el acceso oportuno a mamografías y consultas ginecológicas, el seguimiento clínico y el apoyo emocional forman parte de una estrategia de salud integral.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, más del 90 % de los casos de cáncer de mama diagnosticados en etapa temprana pueden sobrevivir más de cinco años con tratamiento adecuado. Pero cuando el diagnóstico llega tarde, las posibilidades se reducen de forma drástica.
Es por eso que el enfoque debe cambiar: pasar del miedo a la información, de la campaña aislada al programa sostenido, y del enfoque hospitalocéntrico a un modelo descentralizado y comunitario.
La Fundación Fármacos Solidarios y el Centro de Salud Integral y Diabetes del Nordeste (CESIDEN) han decidido innovar y actuar. En el marco de sus operativos comunitarios de salud, la institución ha adquirido un mamógrafo digital portátil de última generación, que permitirá llevar el estudio directamente a comunidades rurales y barrios periféricos.
Este equipo puede instalarse en unidades móviles, carpas médicas o espacios comunitarios, y permite realizar mamografías de alta precisión en menos de 10 minutos. Las imágenes pueden transmitirse digitalmente a radólogos especializados, garantizando una lectura experta y oportuna. La meta para el primer año es realizar más de 1,000 mamografías gratuitas, priorizando mujeres entre 40 y 69 años, así como a aquellas con factores de riesgo genéticos o personales.
Esta acción se integra a un modelo de atención más amplio, que incluye:
- Charlas educativas sobre salud femenina, autoexploración y prevención
- Consulta ginecológica y toma de Papanicolaou
- Evaluación de riesgo individual y referimiento al SNS
- Acompañamiento psicoemocional
- Seguimiento clínico continuo a las usuarias con hallazgos.
Los beneficios de esta estrategia son enormes. Desde el punto de vista clínico, detectar el cáncer en etapas I o II permite tratamientos menos agresivos, mayor probabilidad de curación y menor impacto funcional o estético. Desde el punto de vista económico, una mamografía cuesta una fracción del tratamiento oncológico completo, que puede superar los 500 mil pesos por paciente.
En términos de salud pública, la detección temprana reduce hospitalizaciones, evita procedimientos quirúrgicos complejos y disminuye el uso de medicamentos de alto costo. Según estudios regionales, por cada dólar invertido en prevención del cáncer se ahorran entre 4 y 7 dólares en tratamiento, lo que también libera recursos para otras patologías.
Para el sistema dominicano, donde más del 40 % del gasto en salud sigue saliendo del bolsillo familiar, prevenir también significa proteger a las familias del empobrecimiento y la angustia.
Además de la tecnología diagnóstica, este programa incorpora un fuerte componente educativo y comunitario. Se formarán promotoras locales, se distribuirán materiales educativos y se realizarán talleres en parroquias, escuelas, clubes y juntas de vecinos.
La idea es que la comunidad no sea solo receptora, sino protagonista: que las mujeres se exploren, hablen entre ellas, pierdan el miedo, exijan su derecho a la salud. La prevención efectiva no se impone, se construye desde la confianza.
Desde la Fundación Fármacos Solidarios reafirmamos nuestra convicción de que el derecho a la prevención debe estar garantizado todo el año. No es justo que una mujer descubra su cáncer tarde solo porque vive lejos, no tiene recursos o no recibió información a tiempo.
Octubre puede ser un buen punto de partida, pero la salud no puede depender de calendarios ni de campañas estacionales. Por eso, nuestras unidades seguirán recorriendo comunidades más allá de este mes. Y lo haremos convencidos de que prevenir salva vidas, protege economías familiares, y sobre todo, afirma la dignidad de cada mujer.
Porque prevenir no es solo evitar una enfermedad: es garantizar la posibilidad de seguir viviendo plenamente.
Nos reencontramos en nuestra próxima entrega, donde abordaremos la salud emocional femenina como parte fundamental de la prevención integral.