El Salmo 23:1-2 nos recuerda una verdad poderosa: «El Señor es mi pastor; nada me faltará». Esta promesa no solo habla de provisión material, sino de un cuidado integral que abarca el alma, el corazón y el espíritu. Dios, como un pastor amoroso, nos guía hacia «lugares de delicados pastos» donde encontramos descanso, y nos lleva junto a «aguas de reposo» que renuevan nuestra fuerza.
En un mundo lleno de incertidumbre y prisas, este pasaje es un llamado a confiar en su dirección. Cuando permitimos que Él lideree nuestra vida, descubrimos que, incluso en los momentos más difíciles, nada nos faltará. Su provisión incluye paz en medio del caos, fortaleza cuando nos sentimos débiles y claridad cuando el camino parece confuso.
Hoy, tómate un momento para descansar en su presencia. Aunque las circunstancias sean desafiantes, recuerda que Él te conduce a lugares de paz y restauración. Su cuidado es constante, y su amor, inagotable.
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