jueves 9 de octubre de 2025 04:14 am
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Cuando la debilidad encuentra su fuerza

Hay días en los que el cansancio parece ganar la batalla. Las preocupaciones se acumulan, los problemas se multiplican y, de repente, nos sentimos pequeños frente a la magnitud de los desafíos. Pero en medio de esa realidad humana, Dios nos habla con claridad en Isaías 41:10: «No desmayes, porque yo soy tu Dios».

Esta no es una promesa genérica, sino un recordatorio personal: «Yo te esfuerzo». Dios no nos deja solos para enfrentar las luchas; Él mismo se convierte en nuestra fuerza. Imagina por un momento que cada vez que sientes que no puedes más, hay manos invisibles pero poderosas que te levantan. Esa es la realidad que Isaías nos revela: no dependemos de nuestras propias capacidades, sino de la fidelidad de Aquel que nos sostiene.

La vida cristiana no es un camino de autosuficiencia, sino de dependencia radical de Dios. Cuando el profeta dice «siempre te ayudaré», no está hablando de un apoyo ocasional, sino de una presencia constante. Hoy, en medio de tus batallas, Él te repite: «Confía en mí. No porque tú seas fuerte, sino porque Yo soy tu fortaleza».


Pregunta para meditar: ¿En qué situaciones has intentado resolver todo con tus propias fuerzas, en lugar de descansar en la ayuda de Dios?

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