La vida está llena de momentos oscuros: pérdidas, traiciones y enfermedades que pueden hacernos sentir abandonados. Pero es en estos momentos cuando la luz de Dios se hace más presente, aunque no siempre la veamos de inmediato.
La Luz que Nunca se Apaga La oscuridad no puede prevalecer contra la luz de Dios. Esta luz es eterna y suficiente para guiarnos, incluso en los valles más oscuros. Aunque no entendamos el «por qué» de nuestras circunstancias, podemos confiar en el «para qué», sabiendo que todo tiene un propósito.
Fe y Fortaleza La fe no se trata de ver, sino de confiar. Dios no promete una vida sin dificultades, pero sí una vida donde nunca estaremos solos. Cada prueba es una oportunidad para crecer y ver cómo Su amor y poder se manifiestan en medio de las tormentas.
Conclusión Hoy, te invito a cerrar los ojos y confiar en Dios, diciendo con fe: «Señor, guíame, incluso cuando no vea el camino». Su gracia actúa y transforma, renovando nuestras vidas en medio del dolor.
