miércoles 5 de noviembre de 2025 00:12 am
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Steven Smink: El exdueño de bolera que planeó una masacre desde la prisión

Steven Smink, un hombre de 62 años con un pasado violento, fue encontrado culpable de planear el asesinato de fiscales y jueces que lo habían condenado por un incendio provocado años atrás. Desde su celda en Nueva Jersey, Smink, exdueño de la bolera «Pike Lanes» en Deerfield Township, orquestó un complot para eliminar a quienes lo enviaron a prisión, utilizando conexiones con pandillas y sicarios. El plan, descubierto por las autoridades, reveló hasta dónde puede llegar la obsesión por la venganza.

Un incendio premeditado y una condena En 2014, Smink admitió haber contratado a dos hombres para incendiar «Loyle Lanes», una bolera rival en Vineland, NJ, en 2010. Usando gasolina, queroseno y otros materiales inflamables, logró destruir el negocio de su competidor. Por este crimen, cumplió una condena de 15 años, pero su resentimiento no desapareció. Entre 2018 y 2020, mientras aún estaba tras las rejas, comenzó a trazar un plan aún más siniestro: asesinar a los fiscales y jueces que habían participado en su caso.

El complot: Latin Kings y un informante clave Smink buscó aliados dentro de la prisión. Su primer intento fue reclutar a un miembro de la pandilla Latin Kings para que actuara como sicario. Sin embargo, el pandillero murió antes de poder ejecutar el plan. No se rindió: contactó a otra persona para que reclutara a un nuevo asesino, sin imaginar que estaba hablando con un informante de las autoridades. En sus conversaciones, Smink fue explícito: quería que los asesinatos parecieran un ataque de pandillas, incluso sugiriendo que si sus objetivos estaban reunidos, el sicario debía «arrasar el lugar y matar a todos».

Financiamiento y armas: Los detalles del plan Para pagar los asesinatos, Smink planeaba vender armas y recuerdos deportivos que aún tenía en su poder. Las autoridades interceptaron sus comunicaciones, donde quedó en evidencia su falta de remordimientos y su disposición a causar daño colateral con tal de lograr su venganza. Su obsesión lo llevó a idear un plan que, de haber prosperado, habría resultado en una masacre de funcionarios públicos, solo por haber hecho su trabajo.

De la bolera a la cárcel: Una vida marcada por el crimen Smink, quien ahora enfrenta al menos 30 años de prisión y posiblemente cadena perpetua, es un ejemplo de cómo el resentimiento puede llevar a una persona a planear crímenes atroces, incluso desde la cárcel. El fiscal general de Nueva Jersey, Matthew Platkin, dejó claro que «este acusado planeó asesinar a servidores públicos por cumplir con su deber», y que solo la intervención oportuna de las autoridades evitó una tragedia. El caso de Smink sirve como un escalofriante recordatorio de los peligros que enfrentan quienes trabajan en el sistema de justicia, y de cómo la obsesión por la venganza puede convertir a una persona en un monstruo capaz de cualquier atrocidad.


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