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Estados Unidos lucha por reactivar el turismo mientras las prohibiciones de viaje, las deportaciones y las tensiones comerciales ahuyentan a los visitantes

 Domingo, abril 27, 2025/https://www.travelandtourworld.es/

La US El país se enfrenta a una grave crisis turística en 2025, ya que las estrictas prohibiciones de viaje, las deportaciones generalizadas y la escalada de las tensiones comerciales crean un clima de miedo e incertidumbre que aleja a los visitantes internacionales y nacionales. En lugar del auge turístico pospandémico previsto, el país se enfrenta a fuertes caídas en el número de visitantes, las reservas aéreas y la ocupación hotelera, lo que supone un coste para la economía de miles de millones de dólares y amenaza millones de empleos en los sectores del turismo y la hostelería.

Estados Unidos, que en su día fue un imán para viajeros internacionales en busca de ciudades vibrantes, impresionantes paisajes naturales y lugares emblemáticos, se enfrenta a una alarmante crisis turística en 2025. Tras años de descensos provocados por la pandemia, se esperaba una recuperación turística muy esperada. Sin embargo, la combinación de políticas migratorias agresivas, la escalada de deportaciones, el aumento de las detenciones en la frontera y las turbulentas relaciones comerciales ha provocado una fuerte contracción en el número de visitantes extranjeros. Se espera que las consecuencias cuesten al país miles de millones de dólares, lo que supondrá un duro golpe no solo para los sectores de la hostelería y el turismo, sino también para la economía en general.

Cada verano, muchas familias como la de Cheryl formaban parte de este vibrante panorama turístico. Cheryl, originaria de Canadá pero residente en San Cristóbal, solía viajar a Iowa con sus hijos adultos residentes en Estados Unidos. Alquilando una casa de tres habitaciones, reservando un coche, cenando fuera y explorando las atracciones locales, Cheryl solía gastar unos 10,000 dólares en su viaje anual a Estados Unidos. Sin embargo, en 2025, esa larga tradición se ha abandonado.

El clima actual de incertidumbre y temor, alimentado por las políticas de la administración estadounidense, ha generado cautela entre los viajeros. Si bien Cheryl era una visitante leal, el visible aumento de deportaciones y detenciones de alto perfil —ampliamente cubierto por los medios internacionales— fue suficiente para disuadirla, lo que refleja una tendencia más amplia entre los viajeros cautelosos de todo el mundo.

El impacto de estos acontecimientos ya es cuantificable. Según datos del gobierno estadounidense, el número de visitantes extranjeros al país disminuyó un 11.6 % en marzo de 2025 en comparación con el mismo período del año anterior. La situación es aún más grave para los viajeros de Europa Occidental, un mercado turístico tradicionalmente fuerte para Estados Unidos, donde el número de visitantes disminuyó un asombroso 17.2 %. Los analistas advierten que, dado que gran parte de la cobertura mediática sobre las detenciones y deportaciones solo comenzó a intensificarse a mediados de marzo, aún no se han registrado los peores efectos. Es probable que en los próximos meses se revelen descensos aún más profundos, lo que crea un panorama sombrío para una industria que aún se recupera de las perturbaciones del pasado.

Los viajeros canadienses, en particular, han mostrado una notable reticencia a cruzar la frontera. La retórica política reciente, incluyendo sugerencias provocativas de convertir a Canadá en el «estado 51», ha alimentado el descontento generalizado. Como consecuencia, las visitas de canadienses a Estados Unidos se han desplomado significativamente. Las principales aerolíneas canadienses se han visto obligadas a reducir sus servicios a destinos populares en Estados Unidos, como Las Vegas, Nueva York y Los Ángeles. Las reservas de viajeros canadienses se han desplomado, y las visitas en coche se redujeron un asombroso 32 % tan solo en marzo de 2025.

El momento de estos acontecimientos no podría ser peor. Tras años de estancamiento provocado por la pandemia, se esperaba que 2025 marcara un punto de inflexión, restableciendo los niveles de visitas internacionales a sus máximos anteriores a 2020. Esas esperanzas se han visto frustradas.

Antes de la toma de posesión del actual gobierno, los expertos en turismo habían proyectado una fuerte recuperación. Grupos de investigación como Tourism Economics habían pronosticado un sólido aumento del 9% en los viajes internacionales a EE. UU. para 2025. Sin embargo, la perspectiva revisada ahora predice una devastadora caída del 12%. Un cambio radical en la situación ha convertido un año de crecimiento previsto en un año de pérdidas.

Los visitantes europeos se han visto particularmente disuadidos. Datos recientes muestran que las llegadas desde España y Alemania han disminuido un 25% y un 28%, respectivamente, en comparación con el año anterior. Travel and Tour World informó sobre esta tendencia a la baja, ya que países europeos, como el Reino Unido y Alemania, actualizaron sus directrices de viaje, advirtiendo a sus ciudadanos sobre viajar a Estados Unidos. Se espera que estas advertencias, que citan la preocupación por las detenciones fronterizas y la inestabilidad política, reduzcan aún más el interés en los destinos estadounidenses.

Las consecuencias ya son tangibles en algunos de los destinos turísticos más emblemáticos de Estados Unidos. La recesión es claramente visible en la ciudad de Nueva York, donde las ventas de entradas para la Estatua de la Libertad cayeron un 6 % en abril de 2025, lo que subraya la crisis turística general. Aún más preocupante para la economía local es que las reservas de hotel para los próximos meses han caído un 20 % en comparación con el mismo período del año pasado. En una ciudad donde el turismo es un motor económico clave, las repercusiones podrían ser devastadoras.

El panorama es igualmente sombrío en Los Ángeles. El vasto sector turístico y hotelero de la ciudad, que emplea a más de medio millón de trabajadores, está sintiendo la presión a medida que disminuye el número de visitantes internacionales y las reservas futuras se ven cada vez más sombrías.

A pesar de la creciente evidencia del impacto económico, las respuestas oficiales han minimizado en gran medida la situación. Las declaraciones del gobierno han buscado minimizar el impacto percibido, insistiendo en que la caída del turismo «no es para tanto». Sin embargo, quienes trabajan en el sector ven un panorama diferente: hoteles, restaurantes, servicios de transporte y lugares de entretenimiento enfrentan pérdidas significativas de ingresos.

El impacto va mucho más allá del sector turístico. Los visitantes internacionales suelen contribuir a una amplia gama de sectores. Compran entradas para espectáculos de Broadway, compran ropa en grandes tiendas, cenan en restaurantes locales, alquilan vehículos y reservan tours. El dinero que gastan circula por toda la economía, impulsando innumerables empleos y pequeñas empresas. Una disminución importante de visitantes extranjeros se traduce inevitablemente en un estancamiento económico generalizado.

Para agravar los desafíos, se prevé un debilitamiento de los viajes nacionales. Las guerras comerciales en curso y los aranceles resultantes están impulsando el alza de los precios al consumidor en diversos sectores, lo que reduce la renta disponible. Según una encuesta de MMGY, empresa de marketing de viajes, el 80 % de los estadounidenses afirma que su comportamiento de viaje cambiará debido al debilitamiento de la economía. El aumento de los costos de los bienes, los viajes y las actividades de ocio está impulsando a muchos potenciales turistas nacionales a reducir sus planes o incluso cancelar sus viajes.

El efecto acumulativo es una grave contracción del turismo, tanto internacional como nacional, que afecta a las empresas de todo el país. Ya sea en centros urbanos de tendencia demócrata o en pueblos rurales de tendencia republicana, el impacto económico se sentirá por igual. Tanto los estados demócratas como los republicanos dependen en gran medida de la afluencia constante de turistas para impulsar el empleo, sostener a las pequeñas empresas y financiar los servicios públicos mediante impuestos.

Incluso destinos que antes se mantenían algo al margen de las tendencias internacionales están sufriendo las consecuencias. Los destinos tradicionales del verano estadounidense, desde los parques temáticos de Florida hasta los parques nacionales del oeste, ya están reportando menos reservas anticipadas para la temporada. Si esta tendencia persiste durante los críticos meses de verano, las economías locales que dependen del turismo estacional podrían enfrentar graves dificultades financieras.

La pronunciada caída en los viajes no es solo un problema económico, sino que también conlleva riesgos para la reputación a largo plazo. La imagen de Estados Unidos como un destino acogedor y accesible está bajo asedio. En un mundo globalizado, las percepciones son cruciales. Noticias sobre viajeros detenidos, deportaciones repentinas y retórica política hostil se propagan rápidamente por las redes sociales y los medios de comunicación, moldeando la opinión pública mundial. Restaurar la confianza no será fácil una vez erosionada.

Además de las advertencias oficiales de viaje, la evidencia anecdótica sugiere que muchos turistas potenciales simplemente están optando por destinos alternativos. Países como Canadá, México, Portugal y Tailandia ya se están beneficiando de la desviación de los flujos turísticos. Estos destinos ofrecen a los visitantes la seguridad, la estabilidad y la facilidad de acceso, cualidades que los viajeros valoran cada vez más en el mundo impredecible de hoy.

Sin cambios significativos en la política o el tono, los expertos advierten que Estados Unidos podría tener dificultades para recuperar el terreno perdido en el mercado turístico internacional. Los daños a largo plazo a la infraestructura turística —como la reducción de rutas por parte de las aerolíneas, el cierre de operadores turísticos y la reducción de personal en los hoteles— pueden tardar años en revertirse.

La situación se complica aún más por la posibilidad de que nuevos acontecimientos internacionales agraven el problema. El aumento de las tensiones globales, las continuas disputas arancelarias y las impredecibles restricciones de visados ​​podrían prolongar la recesión a largo plazo. Para una industria que prospera gracias a la previsibilidad, la flexibilidad y la actitud receptiva, el clima actual representa un riesgo significativo.

Ante estos desafíos, algunas ciudades y oficinas de turismo de EE. UU. intentan contraatacar. Se están lanzando campañas turísticas locales para tranquilizar a los viajeros sobre la seguridad y la hospitalidad. Algunos estados están intensificando sus esfuerzos para atraer a los viajeros nacionales y compensar la disminución de las llegadas internacionales. Sin embargo, aún no se sabe si estas iniciativas locales podrán compensar los problemas de imagen nacional.

En definitiva, la drástica caída del número de visitantes a lo largo de 2025 sirve de clara alerta para los responsables políticos. El turismo no es solo un lujo frívolo; es un pilar esencial de la economía nacional. Desde los trabajadores de servicios en hoteles y restaurantes hasta los vendedores en aeropuertos y los artistas en teatros, millones de personas dependen de un sector turístico dinámico para su sustento.

La continua recesión indica más que un desafío a corto plazo; insinúa una transformación más profunda y duradera. Si los viajeros perciben cada vez más a Estados Unidos como un destino impredecible y hostil, el daño podría tardar una generación en repararse. En un momento de auge del turismo mundial y con países de todo el mundo compitiendo ferozmente por los ingresos de los visitantes internacionales, Estados Unidos corre el riesgo de quedar marginado.

Las prohibiciones de viaje agresivas, las deportaciones masivas y las crecientes tensiones comerciales han creado un temor generalizado entre los viajeros nacionales e internacionales, lo que ha provocado una fuerte caída del turismo en Estados Unidos y ha dificultado cada vez más los esfuerzos de recuperación.

Sin esfuerzos inmediatos y coordinados para revertir el clima hostil hacia los visitantes, los costos económicos, culturales y de reputación seguirán aumentando. Una América vibrante y acogedora fue antaño un pilar fundamental del atractivo global del país. Revivir esa imagen requerirá más que eslóganes: requerirá cambios tangibles en las políticas, los mensajes y la actitud pública.

A medida que se acerca la temporada de viajes de verano, la pregunta sigue siendo si Estados Unidos puede reafirmarse como un destino global de primer nivel o si continuará cediendo su lugar a rivales más acogedores.

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