Los vendedores ambulantes de Nueva York están luchando por un cambio en las políticas que, durante años, los han mantenido en la clandestinidad y la represión. Con la llegada del nuevo alcalde, Zohran Mamdani, estos trabajadores ven una oportunidad para que se apruebe el proyecto 431-A, una reforma que busca legalizar y regularizar su actividad.
El miércoles, en el Día Internacional del Vendedor Ambulante, decenas de comerciantes se manifestaron frente a la alcaldía en el Bajo Manhattan para exigir la aprobación de este paquete legislativo. La concejal Pierina Sánchez, una de las principales impulsoras de la reforma, aseguró que «es urgente traer orden, dignidad y justicia a nuestras calles».
El proyecto 431-A propone aumentar las licencias para vendedores de alimentos y otros productos, eliminando el límite arbitrario que ha dejado a miles de trabajadores sin permisos. Además, busca mejorar las condiciones de seguridad y salud, garantizando que los vendedores puedan operar en un entorno regulado y justo.
Los vendedores, muchos de ellos inmigrantes, han enfrentado durante años multas, desalojos y persecución policial. Según el Proyecto de Vendedores Ambulantes, solo el 25% de los vendedores de comida tiene licencia, y las mujeres son las más afectadas por este sistema excluyente.
Con la aprobación de esta reforma, los vendedores esperan dejar atrás la clandestinidad y trabajar con dignidad, contribuyendo a la economía de la ciudad sin temor a represalias.
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