La sobrecarga laboral en la salud: un problema que afecta la calidad del servicio y la vida de las profesionales
Kinikia Reid, una partera dedicada en el Jacobi Medical Center, enfrenta diariamente una realidad desgastante: jornadas laborales que van mucho más allá de sus límites. Sus tareas incluyen asistir en partos naturales y cesáreas, revisar registros médicos, evaluar pacientes y recién nacidos, redactar informes, coordinar con otros proveedores y, cuando es posible, brindar apoyo emocional a las mujeres bajo su cuidado. Sin embargo, Reid describe llegar a casa cada noche “agotada y frustrada”, con la sensación de no haber cumplido todas sus responsabilidades.
El origen de esta crisis radica en un problema estructural: la falta de personal en los hospitales de maternidad. En Estados Unidos, esta carencia no solo sobrecarga a las trabajadoras como Reid, sino que también se traduce en índices alarmantes de mortalidad materna, equiparables a los de países como Irán, Líbano y Malasia. Este problema ha generado que naciones consideradas subdesarrolladas, como Egipto o Ucrania, presenten mejores cifras que la nación norteamericana.
La mortalidad materna: un indicador preocupante
En términos de cifras, Estados Unidos ostenta la tasa de mortalidad materna (TMM) más alta entre los países desarrollados, definida como el número de muertes relacionadas con el embarazo por cada 100,000 nacidos vivos. A nivel global, esta tasa ha disminuido desde la pandemia de COVID-19, pero en EE.UU., las estadísticas siguen siendo alarmantes, especialmente entre las mujeres afroamericanas, quienes enfrentan un riesgo significativamente mayor. En Nueva York, por ejemplo, la TMM entre afroamericanas es de 54.7 muertes por cada 100,000 nacimientos, una cifra comparable a países en vías de desarrollo como Panamá o Kirguistán. Además, se estima que el 80% de estas muertes podrían haberse evitado con una atención adecuada.
La lucha por mejores condiciones laborales
Reid forma parte del Comité de Negociación de la Asociación de Enfermeras del Estado de Nueva York (NYSNA), que exige cambios urgentes para aliviar la carga laboral de las parteras y garantizar mejores condiciones laborales. Según Reid, sus colegas enfrentan jornadas en las que se espera que atiendan hasta 18 pacientes diarios, aunque apenas puedan gestionar 14 de manera efectiva. Esta situación genera estrés constante, afectando tanto su desempeño profesional como su bienestar personal. “¿Cómo puedo ser la mejor partera cuando todos los días me piden que haga lo imposible?”, cuestiona.
Entre las demandas del gremio se incluyen un contrato sindical justo que priorice la contratación de más parteras calificadas, la paridad salarial con hospitales vecinos y un plan que garantice la retención del personal existente. Según Valerie Nelson, otra partera del Jacobi, estas condiciones laborales no solo afectan a las profesionales, sino también a sus pacientes, quienes merecen una atención digna y personalizada.
El impacto racial y estructural
La disparidad racial es otro factor clave en esta crisis. Las mujeres afroamericanas enfrentan mayores riesgos debido a la desigualdad en la atención médica y las condiciones socioeconómicas adversas. Estudios han revelado que, en comparación con mujeres de otros países desarrollados, las estadounidenses tienen menos acceso a apoyos esenciales, como visitas domiciliarias y licencias remuneradas. En contraste, naciones como Suecia, que cuentan con un sistema de atención que prioriza la labor de las parteras, presentan cifras significativamente mejores.
En Estados Unidos, hay apenas cuatro parteras por cada 1,000 partos, una cifra alarmantemente baja en comparación con países como Chile (80), Suecia (69) y Alemania (31). Los modelos de atención en estos países, que combinan un alto número de parteras con obstetras-ginecólogos, han demostrado ser más efectivos para reducir la mortalidad materna.
Un llamado urgente a la acción
En respuesta a esta crisis, parteras, líderes comunitarios y funcionarios electos se han unido para exigir cambios. En una reciente manifestación frente al Jacobi Medical Center, figuras como la concejal Pierina Sánchez, quien está a punto de dar a luz, subrayaron la necesidad de invertir en atención materna y condiciones laborales justas. Según Nancy Hagans, presidenta de NYSNA, garantizar la estabilidad laboral y la capacitación de las parteras es una inversión esencial para mejorar la salud materna en comunidades como El Bronx.
Las cifras respaldan esta postura: mientras más parteras activas haya, mejor será la calidad del servicio. En lugares como El Bronx, donde más del 50% de las parteras son bilingües y el 35% son afroamericanas, invertir en estas profesionales podría marcar la diferencia en la vida de miles de mujeres y sus familias.
Conclusión
La falta de personal en el sistema de salud no solo representa una carga para las trabajadoras, sino que también tiene un impacto directo en los pacientes y en indicadores clave como la mortalidad materna. Resolver esta crisis requiere una inversión significativa en contratación, capacitación y retención de parteras, así como un compromiso para abordar las desigualdades raciales y estructurales que perpetúan esta problemática.
Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com.