Por José Zabala, su hijo agradecido
Hoy elevo mi voz, mi corazón y mis palabras para honrar a una mujer que lo ha dado todo por amor: mi madre, Enemencia Hiraldo, nuestra querida “Doña Moncita”.
Una mujer de fe inquebrantable, de valores firmes y de una fortaleza que desafía los años. Su vida ha sido un testimonio de sacrificio, entrega y lucha silenciosa por el bienestar de sus hijos. Nos enseñó a trabajar con dignidad, a respetar al prójimo y a nunca rendirnos, sin importar las adversidades.
Con manos trabajadoras y un corazón generoso, “Doña Moncita” no solo crió a su familia, sino que extendió su amor a toda una comunidad. Siempre presente, siempre solidaria, siendo guía, consejera y apoyo para muchos. Su casa fue y sigue siendo un refugio de bondad, hospitalidad y consejo sabio.
A ti, madre, te debemos todo.
Gracias por no descansar cuando nosotros dormíamos, por alimentar nuestras almas con valores, por tu sonrisa en los días grises y tu palabra firme cuando más la necesitábamos.
Hoy pido a Dios por tu salud, tu paz y tu bienestar.
Señor, te pido con humildad y amor, que cuides de mi madre como ella ha cuidado de todos nosotros. Devuélvele con bendiciones todo lo que ha entregado sin esperar nada a cambio. Fortalece su cuerpo, renueva su espíritu y rodea su vida de amor, alegría y salud. Amén.
Doña Moncita, eres el pilar de nuestras vidas, el alma de nuestra historia y el ejemplo que nos inspira todos los días. Que Dios te bendiga eternamente, madre querida.
Y en este mismo sentimiento, quiero extender mi más sincera felicitación a todas mis hermanas que también son madres, a mis queridas sobrinas, primas y demás mujeres de mi familia que han recibido el don de la maternidad.
Gracias por continuar el legado de amor, fuerza y dignidad que aprendimos de nuestra madre. Ustedes son orgullo y ejemplo para las nuevas generaciones. ¡Feliz Día de las Madres para todas!