Por José Zabala, creador de contenido
Nueva York – Vivimos tiempos donde la información viaja a la velocidad de un clic, pero la verdad muchas veces no llega con ella. La preocupación por la credibilidad de los periodistas y corresponsales, tanto en medios tradicionales (radio, prensa escrita, televisión) como en plataformas digitales, ha crecido alarmantemente. Cada día, cientos de noticias son publicadas, pero muchas terminan siendo desmentidas, corregidas o simplemente desaparecen sin que nadie pida disculpas. ¿Qué está pasando?
Comentario final de José Zabala: Como creador de contenido y comunicador comunitario, creo firmemente que la verdad es más poderosa que el rating. Nuestra comunidad necesita medios que informen con responsabilidad, no que compitan por escándalos. Recuperar la confianza es posible, pero requiere ética, humildad y respeto por el lector. Porque sin verdad, no hay periodismo. Y sin periodismo, no hay democracia.
¿Sensacionalismo o periodismo?
Uno de los mayores enemigos actuales de la credibilidad informativa es el amarillismo, impulsado por la necesidad de atraer clics, visualizaciones y audiencias. Titulares exagerados, frases sacadas de contexto y hechos sin confirmar se publican con la intención de ganar la carrera de la primicia. Sin embargo, la rapidez está aplastando a la veracidad.
Muchos periodistas y medios no se dan el tiempo suficiente para investigar, confirmar datos o contrastar fuentes. El resultado: noticias erróneas, medias verdades y, en ocasiones, desinformación total.
¿Qué está en riesgo?
• La confianza de la comunidad: La gente ya no sabe en qué creer. Los lectores y seguidores, confundidos, se sienten manipulados. Comienzan a dudar incluso de los medios que antes respetaban.
• Los patrocinadores: Las marcas invierten en medios creíbles. Cuando un medio pierde su reputación, también pierde respaldo económico.
• El prestigio del periodismo: Cada error no corregido, cada mentira disfrazada de verdad, le resta valor a la noble labor de informar.
• La democracia: Una ciudadanía mal informada no puede tomar decisiones conscientes ni exigir rendición de cuentas.
¿Qué debemos mejorar?
1. Verificación antes de publicación: El afán por ser los primeros no puede estar por encima del deber de ser precisos.
2. Transparencia y rectificación: Si una noticia fue publicada con errores, se debe pedir disculpas pública y directamente. El silencio solo profundiza la desconfianza.
3. Formación continua: Muchos comunicadores necesitan actualizarse en ética, verificación digital y técnicas de investigación.
4. Separar opinión de información: Muchos medios disfrazan editoriales como noticias. El lector merece claridad.
5. Compromiso con la verdad, no con la audiencia efímera: Informar no es complacer. Es asumir responsabilidad con la sociedad.
¿Y el rol del lector?
El público también debe aprender a consumir noticias de manera crítica. Verificar fuentes, leer más de un medio, y exigir responsabilidad a los comunicadores.