Por José Zabala, creador de contenido
Nueva York – En la ciudad más poblada y diversa de los Estados Unidos, una situación preocupante se hace cada vez más evidente: más envejecientes, especialmente mujeres adultas, se quedan parados en los autobuses y trenes del sistema de transporte público de la Gran Manzana, sin que se les ceda el asiento, como dicta la cortesía y el sentido común.
Esta problemática se ha convertido en una queja constante entre usuarios mayores de edad, quienes aseguran que la falta de conciencia y educación cívica está dejando a una población vulnerable expuesta al agotamiento físico, accidentes y estrés innecesario.
Rosa Elena García, 68 años – pasajera habitual de autobuses: «Me ha tocado hacer viajes largos de pie, aunque hay asientos vacíos en las primeras filas ocupados por gente joven mirando el celular. No pido lástima, solo respeto. Un poco de educación haría una gran diferencia.»
Daniel Méndez, 34 años – usuario del tren en Manhattan: «En el subway veo todos los días personas mayores paradas y nadie se mueve. No es falta de espacio, es falta de empatía. Creo que ya es hora de una campaña clara dentro de los trenes que recuerde que hay normas básicas de convivencia.»
María Valverde, 42 años – madre dominicana que viaja con su madre y su hija: «Uso el bus porque mi mamá no puede bajar y subir escaleras del tren. A veces viajamos las tres de pie porque nadie cede el asiento. Esto no es solo un problema de transporte, es un reflejo de cómo tratamos a nuestros mayores.»
Más mujeres adultas usan los autobuses. ¿Por qué?
De acuerdo con observaciones y datos locales, las mujeres adultas y envejecientes prefieren los autobuses, ya que estos permiten subir con mayor facilidad, tienen espacios más visibles y permiten evitar las escaleras o la congestión que se vive en los trenes subterráneos. Además, muchas viajan acompañadas de bolsas de compras o niños, lo cual hace del autobús un medio más accesible.
Sin embargo, eso no ha impedido que con frecuencia tengan que hacer todo el trayecto de pie, mientras otros pasajeros más jóvenes o distraídos ocupan los asientos designados para personas mayores o con movilidad reducida.
En los trenes: más hombres y menos conciencia
En contraste, los pasajeros del tren suelen ser mayoritariamente hombres y de edades variadas, y aunque el tren es más rápido, también es más impersonal. El comportamiento dentro del subway refleja una falta de atención a los más necesitados, donde incluso los asientos reservados para personas mayores o con discapacidad se ocupan sin consideración.
¿Qué debemos hacer?
Se necesita con urgencia una campaña de educación y concienciación dentro del transporte público de la ciudad de Nueva York, impulsada por la MTA, líderes comunitarios, concejales y grupos defensores de los derechos de los adultos mayores. Esta campaña debe:
- Recordar visual y auditivamente que los asientos deben cederse a envejecientes, embarazadas y personas con discapacidad.
- Incluir material multilingüe, incluyendo español, para llegar a todas las comunidades.
- Promover mensajes de respeto desde las escuelas, los medios y las iglesias.
- Involucrar a jóvenes voluntarios para ayudar en estaciones y paradas clave.
Un llamado a la acción desde la comunidad
La ciudad de Nueva York es un ejemplo de diversidad, pero también debe ser un ejemplo de solidaridad y respeto intergeneracional. Cuidar a nuestros mayores no es una opción, es un deber ciudadano. Que no se nos olvide: todos, si tenemos suerte, algún día llegaremos a esa edad.
Es tiempo de cambiar actitudes y asumir el compromiso de hacer del transporte público un lugar más justo, accesible y humano para todos.
