Por José Zabala, creador de contenido
Nueva York – En un mundo donde el individualismo y la competencia parecen haberse instalado como la norma, la palabra “Apóyame” ha ido perdiendo peso y significado entre colegas de los medios de comunicación y artistas. Lo que antes era un gesto de hermandad, solidaridad y crecimiento colectivo, hoy se diluye en el ego, las agendas personales y el olvido de los inicios.
El “Apóyame” entre comunicadores y periodistas
En el pasado, era común escuchar entre periodistas y comunicadores el llamado a apoyarse mutuamente, compartir coberturas, referencias y oportunidades para crecer juntos. Sin embargo, el crecimiento de las redes sociales y la obsesión por las métricas —likes, seguidores y viralidad— han fragmentado esas relaciones. Muchos comunicadores han cambiado el “Apóyame” por el “mírame”, priorizando su marca personal y su éxito individual.
Además, se ha sumado un asunto económico cada vez más evidente: algunos periodistas y comunicadores cobran por pautas, menciones o colaboraciones, pero luego no reparten ni comparten oportunidades con sus colegas. Se quedan con los beneficios y dejan de lado el espíritu de compañerismo y solidaridad. Esto ha creado desconfianza y resentimiento entre colegas que esperaban que el “Apóyame” se tradujera en oportunidades reales y compartidas, y no solo en un discurso vacío.
La palabra “Apóyame” muere cuando el foco deja de estar en el contenido y se desplaza a la competencia y al beneficio personal. La falta de reciprocidad y el oportunismo económico han desmotivado a muchos que ayudaron a otros al principio y hoy sienten que ese apoyo no es retribuido. ¿Qué falló? Se olvidó que la comunicación no es solo un negocio, es también una comunidad.
El “Apóyame” entre artistas y medios
El caso de los artistas y los medios es aún más marcado. Muchos artistas comienzan su carrera con una mano extendida hacia los medios para difundir su arte, sus canciones o sus proyectos. Los comunicadores y periodistas, a menudo con recursos limitados, les ofrecen espacio, tiempo y promoción. Sin embargo, al alcanzar el éxito, algunos artistas se olvidan de aquellos medios y periodistas que los impulsaron. Se rodean de equipos de relaciones públicas y estrategias corporativas que priorizan el “qué me conviene” sobre el “quién me ayudó”.
Ahí muere el “Apóyame”. El periodista se siente utilizado, y el artista se rodea de un círculo que le aleja de la base que le ayudó a llegar. Se olvida que la industria es un ciclo y que hoy estás arriba, pero mañana podrías necesitar de nuevo ese apoyo.
¿Qué ha fallado?
1. La gratitud: En ambos sectores, la gratitud genuina ha sido reemplazada por el oportunismo. Algunos olvidan que el apoyo verdadero es desinteresado y que el agradecimiento fortalece relaciones.
2. El ego: Muchos se embriagan de su propio éxito o influencia y creen que ya no necesitan apoyo. Eso mata las alianzas y crea brechas difíciles de salvar.
3. El dinero mal gestionado: Algunos periodistas y comunicadores cobran por sus servicios, pero no reparten ni comparten con quienes los ayudaron o colaboraron. Esta falta de ética profesional ha socavado la confianza entre colegas.
4. La falta de memoria: Los artistas olvidan las puertas que se les abrieron, y algunos periodistas olvidan que otros colegas también necesitan espacio y oportunidades para crecer.
5. La cultura del “yo primero”: La idea de que cada uno tiene que cuidar “su espacio” y que apoyar a otro es ceder terreno, en vez de ver la colaboración como una oportunidad para crecer juntos.
Conclusión
La palabra “Apóyame” debería renacer con un sentido más profundo: apoyar de verdad, no solo cuando conviene. Los artistas necesitan de los medios, y los medios necesitan de los artistas; y los colegas de la comunicación se necesitan mutuamente para mantener viva la profesión. Si no rescatamos el valor de la solidaridad, la empatía y la honestidad económica, la palabra “Apóyame” será solo una anécdota en el cementerio de las buenas intenciones.